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POESIAS - Josél Hernandez

 

                           

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Nació en los caseríos de Perdriel, en la chacra de su tío Don Juan Manuel de Pueyrredon, el 10 de noviembre de 1834, durante el gobierno de Don Juan Manuel de Rosas. Educado en el Liceo de San Telmo, en 1846 fue llevado por su padre al sur de la provincia de Buenos Aires, donde se familiarizo con las faenas rurales y las costumbres del gaucho.

La lucha política ha caracterizado su vida. En 1858, junto a varios opositores al gobierno de Alsina emigro a Paraná, intervino en la Batalla de Cepeda y también en la de Pavón en el bando de Urquiza. Inicio su labor periodística en el Nacional Argentino, con una serie de artículos en los que condenaba el asesinato de Vicente Peñaloza, publicados como libro en 1863, bajo el titulo de Vida del Gaucho. En 1868 edito el diario El Eco de Corrientes y un año mas tarde En el Río de La Plata, donde publico artículos referidos a la cuestión del gaucho y de la tierra, la políticas de frontera y el indio, temas que articularía literalmente en el Martín Fierro. Participo en el levantamiento del Coronel López Jordán contra el gobierno de Sarmiento en Entre Ríos, y de regreso a Buenos Aires, en el Gran Hotel Argentino de 25 de Mayo y Rivadavia, termino de escribir El Gaucho Martín Fierro, editado en diciembre de 1872, por la imprenta La Pampa. Tras su onceava edición, en 1879 publico La Vuelta de Martín Fierro. Fue diputado provincial y en 1880, siendo presidente de la Cámara de Diputados, defendió el proyecto de federalización, por el cual Buenos Aires paso a ser la capital del país. En 1881 escribió Instrucción del estanciero y fue elegido senador provincial, cargo para el cual fue reelecto hasta 1885. El 21 de octubre de 1886 falleció en su quinta de Belgrano.

Indice:
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII

El Gaucho Martín Fierro

  1. 1
    Aquí me pongo a cantar
    Al compás de la vigüela,
    Que el hombre que lo desvela
    Una pena estraordinaria
    Como la ave solitaria
    Con el cantar se consuela.

    2
    Pido a los Santos del Cielo
    Que ayuden mi pensamiento;
    Les pido en este momento
    Que voy a cantar mi historia
    Me refresquen la memoria
    Y aclaren mi entendimiento.

    3
    Vengan Santos milagrosos,
    Vengan todos en mi ayuda,
    Que la lengua se me añuda
    Y se me turba la vista;
    Pido a Dios que me asista
    En una ocasión tan ruda.

    4
    Yo he visto muchos cantores,
    Con famas bien obtenidas,
    Y que después de adquiridas
    No las quieren sustentar:
    Parece que sin largar
    Se cansaron en partidas.

    5
    Mas ande otro criollo pasa
    Martin fierro ha de pasar,
    Nada la hace recular
    Ni las fantasmas lo espantan;
    Y dende que todos cantan
    Yo también quiero cantar.

    6
    Cantando me he de morir
    Cantando me han de enterrar,
    Y cantando he de llegar
    Al pie del eterno padre:
    Dende el vientre de mi madre
    Vine a este mundo a cantar.

    7
    Que no se trabe mi lengua
    Ni me falte la palabra:
    El cantar mi gloria labra
    Y poniéndome a cantar,
    Cantando me han de encontrar
    Aunque la tierra se abra.

    8
    Me siento en el plan de un bajo
    A cantar un argumento:
    Como si soplara el viento
    Hago tiritar los pastos;
    Con oros, copas y bastos
    Juega allí mi pensamiento.

    9
    Yo no soy cantor letrao,
    Mas si me pongo a cantar
    No tengo cuándo acabar
    Y me envejezco cantando:
    Las coplas me van brotando
    Como agua de manantial.

    10
    Con la guitarra en la mano
    Ni las moscas se me arriman,
    Naides me pone el pie encima,
    Y cuando el pecho se entona,
    Hago gemir a la prima
    Y llorar a la bordona.

    11
    Yo soy toro en mi rodeo
    Y torazo en rodeo ajeno;
    Siempre me tuve por güeno
    Y si me quieren probar,
    Salgan otros a cantar
    Y veremos quién es menos.

    12
    No me hago al lao de la güeya
    Aunque vengan degollando,
    Con los blandos yo soy blando
    Y soy duro con los duros,
    Y ninguno en un apuro
    Me ha visto andar tutubiando.

    13
    En el peligro, ¡qué Cristos!
    El corazón se me enancha,
    Pues toda la tierra es cancha,
    Y de eso naides se asombre:
    El que se tiene por hombre
    Ande quiere hace pata ancha.

    14
    Soy gaucho, y entiendaló
    Como mi lengua lo esplica:
    Para mí la tierra es chica
    Y pudiera ser mayor;
    Ni la víbora me pica
    Ni quema mi frente el sol.

    15
    Nací como nace el peje
    En el fondo de la mar;
    Naides me puede quitar
    Aquello que Dios me dio
    Lo que al mundo truje yo
    Del mundo lo he de llevar.

    16
    Mi gloria es vivir tan libre
    Como el pájaro del cielo:
    No hago nido en este suelo
    Ande hay tanto que sufrir,
    Y naides me ha de seguir
    Cuando yo remuento el vuelo.

    17
    Yo no tengo en el amor
    Quien me venga con querellas;
    Como esas aves tan bellas
    Que saltan de rama en rama,
    Yo hago en el trébol mi cama,
    Y me cubren las estrellas.

    18
    Y sepan cuantos escuchan
    De mis penas el relato,
    Que nunca peleo ni mato
    Sino por necesidá,
    Y que a tanta alversidá
    Sólo me arrojó el mal trato

    19
    Y atiendan la relación
    Que hace un gaucho perseguido,
    Que padre y marido ha sido
    Empeñoso y diligente,
    Y sin embargo la gente
    Lo tiene por un bandido.

    Volver

  2. 20
    Ninguno me hable de penas,
    Porque yo penado vivo,
    Y naides se muestre altivo
    Aunque en el estribo esté:
    Que suele quedarse a pie
    El gaucho mas alvertido.

    21
    Junta esperencia en la vida
    Hasta pa dar y prestar
    Quien la tiene que pasar
    Entre sufrimiento y llanto,
    Porque nada enseña tanto
    Como el sufrir y el llorar.

    22
    Viene el hombre ciego al mundo,
    Cuartiándolo la esperanza,
    Y a poco andar ya lo alcanzan
    Las desgracias a empujones,
    ¡La pucha, que trae liciones
    El tiempo con sus mudanzas!

    23
    Yo he conocido esta tierra
    En que el paisano vivía
    Y su ranchito tenía
    Y sus hijos y mujer...
    Era una delicia el ver
    Como pasaba sus días.

    24
    Entonces... cuando el lucero
    Brillaba en el cielo santo,
    Y los gallos con su canto
    Nos decían que el día llegaba,
    A la cocina rumbiaba
    El gaucho... que un encanto.

    25
    Y sentao junto al jogón
    A esperar que venga el día,
    Al cimarrón le prendía
    Hasta ponerse rechoncho,
    Mientras su china dormía
    Tapadita con su poncho.

    26
    Y apenas la madrugada
    Empezaba coloriar,
    Los pájaros a cantar,
    Y las gallinas a apiarse,
    Era cosa de largarse
    Cada cual a trabajar.

    27
    Este se ata las espuelas,
    Se sale el otro cantando,
    Uno busca un pellón blando,
    Este un lazo, otro un rebenque,
    Y los pingos relinchando
    Los llaman dende el palenque.

    28
    El que era pion domador
    Enderezaba al corral,
    Ande estaba el animal
    Bufidos que se las pela ...
    Y más malo que su agüela,
    Se hacia astillas el bagual.

    29
    Y allí el gaucho inteligente,
    En cuanto el potro enriendó,
    Los cueros le acomodó
    Y se le sentó en seguida,
    Que el hombre muestra en la vida
    La astucia que Dios le dio.

    30
    Y en las playas corcoviando
    Pedazos se hacía el sotreta
    Mientras él por las paletas
    Le jugaba las lloronas,
    Y al ruido de las caronas
    Salía haciendo gambetas.

    31
    ¡Ah, tiempos!... ¡Si era un orgullo
    Ver jinetear un paisano!
    Cuando era gaucho baquiano,
    Aunque el potro se boliase,
    No había uno que no parese
    Con el cabresto en la mano.

    32
    Y mientras domaban unos,
    Otros al campo salían
    Y la hacienda recogían,
    Las manadas repuntaban,
    Y ansí sin sentir pasaban
    Entretenidos el día.

    33
    Y verlos al cair la tarde
    En la cocina riunidos,
    Con el juego bien prendido
    Y mil cosas que contar,
    Platicar muy divertidos
    Hasta después de cenar.

    34
    Y con el buche bien lleno
    Era cosa superior
    Irse en brazos del amor
    A dormir como la gente,
    Pa empezar el día siguiente
    Las fainas del día anterior.

    35
    Ricuerdo ¡qué maravilla!
    Cómo andaba la gauchada
    Siempre alegre y bien montada
    Y dispuesta pa el trabajo...
    Pero hoy en día... ¡barajo!
    No se la ve de aporriada.

    36
    El gaucho más infeliz
    Tenía tropilla de un pelo,
    No le faltaba un consuelo
    Y andaba la gente lista...
    Teniendo al campo la vista,
    Sólo vía hacienda y cielo.

    37
    Cuando llegaban las yerras,
    ¡Cosa que daba calor!
    Tanto gaucho pialador
    Y tironiador sin yel.
    ¡Ah, tiempos... pero si en él
    Se ha visto tanto primor!

    38
    Aquello no era trabajo,
    Mas bien era una junción,
    Y después de un güen tirón
    En que uno se daba mana,
    Pa darle un trago de cana
    Solía llamarlo el patrón.

    39
    Pues vivía la mamajuana
    Siempre bajo la carreta,
    Y aquel que no era chancleta,
    En cuanto el goyete vía,
    Sin miedo se le prendía
    Como güérfano a la teta.

    40
    ¡Y qué jugadas se armaban
    Cuando estábamos riunidos!
    Siempre íbamos prevenidos,
    Pues en tales ocasiones
    A ayudarle a los piones
    Caiban muchos comedidos.

    41
    Eran los días del apuro
    Y alboroto pa el hembraje,
    Pa preparar los potajes
    Y osequiar bien a la gente,
    Y así, pues, muy grandemente,
    Pasaba siempre el gauchaje.

    42
    Vení, a la carne con cuero,
    La sabrosa carbonada,
    Mazamorra pien pisada,
    Los pasteles y el güen vino...
    Pero ha querido el destino
    que todo aquello acabara.

    43
    Estaba el gaucho en su pago
    Con toda siguridá,
    Pero aura... ¡barbaridá!,
    La cosa anda tan fruncida,
    Que gasta el pobre la vida
    En juir de la autoridá.

    44
    Pues si usté pisa en su rancho
    Y si el alcalde lo sabe,
    Lo caza lo mesmo que ave
    Aunque su mujer aborte...
    ¡No hay tiempo que no se acabe
    Ni tiento que no se corte!.

    45
    Y al punto dese por muerto
    Si el alcalde lo bolea,
    Pues ahí nomás se le apea
    Con una felpa de palos;
    Y después dicen que es malo
    El gaucho si los pelea.

    46
    Y el lomo le hinchan a golpes,
    Y le rompen la cabeza,
    Y luego con ligereza,
    Ansí lastimao y todo,
    Lo amarran codo a codo
    Y pa el cepo lo enderiezan.

    47
    Ahi comienzan sus desgracias,
    Ahi principia el pericón,
    Porque ya no hay salvación,
    Y que usté quiera o no quiera,
    Lo mandan a la frontera
    O lo echan a un batallón.

    48
    Ansí empezaron mis males
    Lo mesmo que los de tantos;
    Si gustan... en otros cantos
    Les diré lo que he sufrido:
    Después que uno está... perdido
    No lo salvan ni los santos.

    Volver

  3. 49
    Tuve en mi pago en un tiempo
    Hijos, hacienda y mujer,
    Pero empecé a padecer,
    Me echaron a la frontera,
    ¡Y qué iba a hallar al volver!
    Tan sólo hallé la tapera.

    50
    Sosegao vivía en mi rancho
    Como el pájaro en su nido,
    Allí mis hijos queridos
    Iban creciendo a mi lao...
    Sólo queda al desgraciao
    Lamentar el bien perdido.

    51
    Mi gala en las pulperías
    Era, en habiendo más gente,
    ponerme medio caliente,
    Pues cuando puntiao me encuentro
    Me salen coplas de adentro
    como agua de la virtiente.

    52
    Cantando estaba una vez
    En una gran diversión,
    Y aprovecho la ocasión
    Como quiso el Juez de Paz...
    Se presentó, y ahi nomás
    Hizo arriada en montón.

    53
    Juyeron los más matreros
    Y lograron escapar:
    Yo no quise disparar,
    Soy manso y no había porqué,
    Muy tranquilo me quedé
    Y ansí me dejé agarrar

    54
    Allí un gringo con un órgano
    Y una mona que bailaba,
    Haciéndonos rair estaba,
    Cuanto le tocó el arreo,
    ¡Tan grande el gringo y tan feo,
    Lo viera cómo lloraba!.

    55
    Hasta un inglés zanjiador
    Que decía en la última guerra
    Que él era de Inca-la-perra
    Y que no quería servir,
    También tuvo que juir
    A guarecerse en la sierra.

    56
    Ni los mirones salvaron
    De esa arriada de mi flor,
    Fue acoyarao el cantor
    Con el gringo de la mona,
    A uno solo, por favor,
    Logró salvar la patrona.

    57
    Formaron un contingente
    Con los que del baile arriaron,
    Con otros nos mesturaron,
    Que habían agarrao también,
    Las cosas que aquí se ven
    Ni los diablos las pensaron.

    58
    A mí el Juez me tomó entre ojos
    En la ultima votación:
    Me le había hecho el remolón
    Y no me arrimé ese día,
    Y él dijo que yo servía
    A los de la esposición.

    59
    Y ansí sufrí ese castigo
    Tal vez por culpas ajenas,
    Que sean malas o sean güenas
    Las listas, siempre me escondo:
    Yo soy un gaucho redondo
    Y esas cosas no me enllenan.

    60
    Al mandarnos nos hicieron
    Más promesas que a un altar,
    El Juez nos jue a proclamar
    Y nos dijo muchas veces:
    Muchachos, a los seis meses
    Los van a ir a relevar.

    61
    Yo llevé un moro de número
    ¡Sobresaliente el matucho!
    Con él gané en Ayacucho
    Más plata que agua bendita:
    Siempre el gaucho necesita
    Un pingo pa fiarle un pucho.

    62
    Y cargué sin dar mas güeltas
    Con las prendas que tenía:
    Jergas, ponchos, todo cuanto había
    En casa, tuito lo alcé:
    A mi china la dejé
    Medio desnuda ese día.

    63
    No me falta una guasca,
    Esa ocasión eché el resto,
    Bozal, maniador, cabresto,
    Lazo, bolas y manea...
    ¡El que hoy tan pobre me vea
    Tal vez no creerá todo esto!.

    64
    Ansí en mi moro, escarciando,
    Enderecé a la frontera.
    ¡Aparcero si usté viera
    Lo que se llama cantón!...
    Ni envidia tengo al ratón
    En aquella ratonera.

    65
    De los pobres que allí había
    A ninguno lo largaron,
    Los más viejos rezongaron,
    Pero a uno que se quejó
    En seguida lo estaquiaron,
    Y la cosa se acabó.

    66
    En la lista de la tarde
    El jefe nos cantó el punto
    diciendo: Quinientos juntos
    Llevará el que se resierte;
    Lo haremos pitar del juerte,
    Mas bien dese por dijunto.

    67
    A naides le dieron armas,
    Pues toditas las que había
    El Coronel las tenía,
    Sigún dijo esa ocasión,
    Pa repartirlas el día
    En que hubiera una invasión.

    68
    Al principio nos dejaron
    De haraganes criando sebo,
    Pero después... no me atrevo
    A decir lo que pasaba...
    ¡Barajo!... si nos trataban
    Como se trata a malevos.

    69
    Porque todo era jugarle
    Por los lomos con la espada,
    Y aunque usté no hiciera nada,
    Lo mesmito que en Palermo,
    Le daban cada cepiada
    Que lo dejaban enfermo.

    70
    ¡Y qué indios, ni qué servicio;
    Si allí no había ni cuartel!
    Nos mandaba el Coronel
    A trabajar en sus chacras,
    Y dejábamos las vacas
    que las llevara el infiel.

    71
    Yo primero sembré trigo
    Y después hice un corral,
    Corté adobe pa un tapial,
    Hice un quincho, corté paja...
    ¡La pucha que se trabaja
    Sin que le larguen un rial!.

    72
    Y es lo pior de aquel enriedo
    Que si uno anda hinchando el lomo
    Se le apean como un plomo...
    ¡Quién aguanta aquel infierno!
    Si eso es servir al gobierno,
    A mí no me gusta el cómo.

    73
    Más de un año nos tuvieron
    En esos trabajos duros;
    Y los indios, le asiguro
    Dentraban cuando querían:
    Como no los perseguían,
    Siempre andaban sin apuro.

    74
    A veces decía al volver
    Del campo la descubierta
    Que estuviéramos alerta,
    Que andaba adentro la indiada,
    Porque había una rastrillada
    O estaba una yegua muerta.

    75
    Recién entonces salía
    La orden de hacer la riunión,
    Y caíbamos al cantón
    En pelos y hasta enancaos,
    Sin armas, cuatro pelaos
    Que íbamos a hacer jabón.

    76
    Ahi empezaba el afán
    -Se entiende, de puro vicio-
    De enseñarle el ejercicio
    A tanto gaucho recluta,
    Con un estrutor... ¡qué... bruta!
    Que nunca sabía su oficio.

    77
    Daban entonces las armas
    Pa defender los cantones,
    Que eran lanzas y latones
    Con ataduras de tiento...
    Las de juego no las cuento
    Porque no había municiones.

    78
    Y un sargento chamuscao
    Me contó que las tenían
    Pero que ellos la vendían
    Para cazar avestruces;
    Y así andaban noche y día
    Dele bala a los ñanduces.

    79
    Y cuando se iban los indios
    Con lo que habían manotiao,
    salíamos muy apuraos
    A perseguirlos de atrás;
    Si no se llevaban más
    Es porque no habían hallao.

    80
    Allí sí, se ven desgracias
    Y lágrimas y afliciones;
    Naides le pida perdones
    Al indio: pues donde dentra,
    Roba y mata cuanto encuentra
    Y quema las poblaciones.

    81
    No salvan de su juror
    Ni los pobres angelitos;
    Viejos, mozos y chiquitos
    Los mata del mesmo modo:
    Que el indio lo arregla todo
    con la lanza y con gritos.

    82
    Tiemblan las carnes al verlo
    volando al viento la cerda,
    La rienda en la mano izquierda
    Y la lanza en la derecha;
    ande enderieza abre brecha
    Pues no hay lanzazo que pierda.

    83
    Hace trotiadas tremendas
    Desde el fondo del desierto;
    Ansí llega medio muerto
    De hambre, de sé y de fatiga;
    Pero el indio es una hormiga
    Que día y noche está despierto.

    84
    Sabe manejar las bolas
    Como naides las maneja;
    Cuanto el contrario se aleja,
    Manda una bola perdida,
    Y si lo alcanza, sin vida
    Es siguro que lo deja.

    85
    Y el indio es como tortuga
    De duro para espichar;
    Si lo llega a destripar
    Ni siquiera se le encoge;
    luego sus tripas recoge,
    Y se agacha a disparar.

    86
    Hacían el robo a su gusto
    Y después se iban de arriba;
    Se llevaban las cautivas,
    Y nos contaban que a veces
    Les descarnaban los pieses,
    A las pobrecitas, vivas.

    87
    ¡Ah! ¡si partía el corazón
    Ver tantos males, canejo!
    Los perseguíamos de lejos
    Sin poder ni galopiar;
    ¡Y qué habíamos de alcanzar
    En unos vichocos viejos!

    88
    Nos volvíamos al cantón
    A las dos o tres jornadas,
    Sembrando las caballadas;
    Y pa que alguno la venda,
    Rejuntábamos la hacienda
    Que habían dejao rezagada.

    89
    Una vez entre otras muchas,
    Tanto salir al botón,
    Nos pegaron un malón
    Los indios y una lanciada,
    Que la gente acobardada
    Quedó dende esa ocasión.

    90
    Habían estao escondidos
    Aguaitando atrás de un cerro...
    ¡Lo viera a su amigo Fierro
    Aflojar como un blandito!
    Salieron como maíz frito
    En cuanto sonó un cencerro.

    91
    Al punto nos dispusimos
    aunque ellos eran bastantes;
    La formamos al instante
    Nuestra gente, que era poca,
    Y golpiándose en la boca
    hicieron fila adelante.

    92
    Se vinieron en tropel
    Haciendo temblar la tierra.
    No soy manco pa la guerra
    Pero tuve mi jabón,
    Pues iba en un redomón
    Que había boleao en la sierra.

    93
    ¡Qué vocerío! ¡Qué barullo!
    ¡qué apurar esa carrera!
    la indiada todita entera
    dando alaridos cargó,
    ¡Jue pucha!... y ya nos sacó
    Como yeguada matrera.

    94
    ¡Qué fletes traiban los bárbaros!
    ¡Como una luz de ligeros!
    Hicieron el entrevero
    Y en aquella mezcolanza,
    Este quiero, éste no quiero,
    Nos escogían con la lanza.

    95
    Al que le daban un chuzazo,
    Dificultoso es que sane.
    En fin, para no echar panes,
    Salimos por esas lomas,
    lo mesmo que las palomas
    Al juir de los gavilanes.

    96
    ¡Es de almirar la destreza
    Con que la lanza manejan!
    De perseguir nunca dejan,
    Y nos traiban apretaos.
    ¡Si queríamos, de apuraos,
    Salirnos por las orejas!

    97
    Y pa mejor de la fiesta
    En esa aflición tan suma,
    Vino un indio echando espuma,
    Y con la lanza en la mano,
    Gritando: Acabáu cristiano,
    metau el lanza hasta el pluma.

    98
    Tendido en el costillar,
    Cimbrando por sobre el brazo
    Una lanza como un lazo,
    Me atropelló dando gritos:
    Si me descuido... el maldito
    Me levanta de un lanzazo.

    99
    Si me atribulo o me encojo,
    Siguro que no me escapo:
    Siempre he sido medio guapo,
    Pero en aquella ocasión
    Me hacía buya el corazón
    Como la garganta al sapo.

    100
    Dios le perdone al salvaje
    Las ganas que me tenía...
    Desaté las tres marías
    Y lo engatusé a cabriolas...
    ¡Pucha...! si no traigo bolas
    Me achura el indio ese día.

    101
    Era el hijo de un cacique,
    Sigún yo lo averigüé;
    La verdá del caso jue
    Que me tuvo apuradazo,
    Hasta que por fin de un bolazo
    Del caballo lo bajé.

    102
    Ahi no más me tiré al suelo
    Y lo pisé en las paletas;
    Empezó a hacer morisquetas
    Y a mezquinar la garganta...
    Pero yo hice la obra santa
    De hacerlo estirar la jeta.

    103
    Allí quedó de mojón
    Y en su caballo salté;
    De la indiada disparé,
    Pues si me alcanza me mata,
    Y al fin me les escapé,
    con el hilo de una pata.

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  4. 104
    Seguiré esta relación,
    Aunque pa chorizo es largo:
    El que pueda hágase cargo
    Cómo andaría de matrero,
    Después de salvar el cuero
    De aquel trance tan amargo.

    105
    Del sueldo nada les cuento,
    Porque andaba disparando;
    Nosotros de cuando en cuando
    Solíamos ladrar de pobres:
    Nunca llegaban los cobres
    Que se estaban aguardando.

    106
    Y andábamos de mugrientos
    Que el mirarnos daba horror;
    Les juro que era un dolor
    Ver esos hombres, ¡por Cristo!
    En mi perra vida he visto
    Una miseria mayor.

    107
    Yo no tenía ni camisa
    Ni cosa que se parezca;
    Mis trapos sólo pa yesca
    Me podían servir al fin...
    No hay plaga como un fortín
    Para que el hombre padezca.

    108
    Poncho, jergas, el apero,
    Las prenditas, los botones,
    Todo, amigo, en los cantones
    Jue quedando poco a poco;
    Ya me tenían medio loco
    La pobreza y los ratones.

    109
    Sólo una manta peluda
    Era cuanto me quedaba
    La había agenciao a la tabla
    Y ella me tapaba el bulto;
    Yaguané que allí ganaba
    No salía... ni con indulto.

    110
    Y pa mejor hasta el moro
    Se me jue de entre las manos;
    No soy lerdo... pero, hermano,
    Vino el Comendante un día
    Diciendo que lo quería
    Pa enseñarle a comer grano.

    111
    Afigúrese cualquiera
    La suerte de este su amigo,
    A pie y mostrando el umbligo,
    Estropiao, pobre y desnudo;
    Ni por castigo se pudo
    Hacerse más mal conmigo.

    112
    Ansí pasaron los meses,
    Y vino el año siguiente,
    Y las cosas igualmente
    Siguieron del mesmo modo:
    Adrede parece todo
    Pa atormentar a la gente.

    113
    No teníamos más permiso,
    Ni otro alivio la gauchada,
    Que salir de madrugada,
    Cuando no había indio ninguno,
    Campo ajuera a hacer boliadas
    Desocando los reyunos.

    114
    Y cáibamos al cantón
    Con los fletes aplastaos,
    Pero a veces medio aviaos
    Con plumas y algunos cueros,
    Que pronto con el pulpero
    Los teníamos negociaos.

    115
    Era un amigo del jefe
    Que con un boliche estaba;
    Yerba y tabaco nos daba
    Por la pluma de avestruz,
    Y hasta le hacía ver la luz
    Al que un cuero le llevaba.

    116
    Sólo tenía cuatro frascos
    Y unas barricas vacías,
    Y a la gente le vendía
    Todo cuanto precisaba...
    Algunos creiban que estaba
    Allí la proveduría.

    117
    ¡Ah, pulpero habilidoso!
    Nada le solía faltar.
    ¡Ahijuna!, para tragar
    Tenía un buche de ñandú;
    La gente le dio en llamar
    El boliche de virtú.

    118
    Aunque es justo que quien vende
    Algún poquito muerda,
    Tiraba tanto la cuerda
    Que, con sus cuatro limetas
    Él cargaba las carretas
    De plumas, cueros y cerda.

    119
    Nos tenía apuntaos a todos
    Con más cuentas que un rosario,
    Cuando se anunció un salario
    Que iban a dar, o un socorro;
    Pero sabe Dios qué zorro
    Se lo comió al Comisario;

    120
    Pues nunca lo vi llegar,
    Y al cabo de muchos días
    En la mesma pulpería
    Dieron una güena cuenta,
    Que la gente muy contenta
    De tan pobre recibía.

    121
    Sacaron unos sus prendas,
    Que las tenían empeñadas;
    Por sus deudas atrasadas
    Dieron otros el dinero;
    Al fin de fiesta el pulpero
    Se quedó con la mascada.

    122
    Yo me arrescosté a un horcón
    Dando tiempo a que pagaran,
    Y poniendo güena cara
    Estuve haciéndome el poyo,
    A esperar que me llamaran
    Para recibir mi boyo.

    123
    Pero ahi me puede quedar
    Pegao pa siempre al horcón,
    Ya era casi la oración
    Y ninguno me llamaba;
    La cosa se me ñublaba
    Y me dentró comezón.

    124
    Pa sacarme el entripao
    Vi al Mayor, y lo fi a hablar;
    Yo me lo empecé a atracar,
    Y como con poca gana
    Le dije: Tal vez mañana
    Acabarán de pagar.

    125
    ¡Que mañana ni otro día!,
    Al punto me contestó:
    La paga ya se acabó;
    ¡Siempre has de ser animal!
    Me raí y le dije: Yo...
    No he recebido ni un rial.

    126
    Se le pusieron los ojos
    Que se le querían salir,
    Y ahi no más volvió a decir
    Comiéndome con la vista:
    ¿Y qué querés recibir
    Si no has dentrao en la lista?

    127
    Esto sí que es amolar-,
    Dije yo pa mis adentros;
    Van dos años que me encuentro
    Y hasta aura he visto ni un grullo;
    Dentro en todos los barullos
    Pero en las listas no dentro.

    128
    Vide el pleito mal parao
    Y no quise aguardar más...
    Es güeno vivir en paz
    Con quien nos ha de mandar;
    Y reculando pa atrás
    Me le empecé a retirar.

    129
    Supo todo el Comendante
    Y me llamó al otro día,
    Diciéndome que quería
    Aviriguar bien las cosas...
    Que no era el tiempo de Rosas,
    Que aura a naides se debía.

    130
    Llamó al cabo y al sargento
    Y empezó la indagación:
    Si había venido al cantón
    En tal tiempo o en tal otro...
    Y si había venido en potro,
    En reyuno o redomón.

    131
    Y todo era alborotar
    Al ñudo, y hacer papel;
    Conocí que era pastel
    Pa engordar con mi guayaca;
    Mas si voy al Coronel
    Me hacen bramar en la estaca.

    132
    ¡Ah, hijos de una...! ¡la codicia
    Ojalá les ruempa el saco!
    Ni un pedazo de tabaco
    Le dan al pobre soldao,
    Y lo tienen, de delgao,
    Más ligero que un guanaco.

    133
    Pero qué iba a hacerles yo,
    Charabón en el desierto;
    Más bien me daba por muerto
    Pa no verme más fundido:
    Y me les hacía el dormido
    Aunque soy medio despierto.

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  5. 134
    Yo andaba desesperao,
    Aguardando una ocasión
    Que los indios un malón
    Nos dieran, y entre el estrago
    Hacérmeles cimarrón
    Y volverme pa mi pago.

    135
    Aquello no era servicio
    Ni defender la frontera;
    Aquello era ratonera
    En que sólo gana el juerte:
    Era jugar a la suerte
    Con una taba culera.

    136
    Allí tuito va al revés;
    Los milicos son los piones,
    Y andan en las poblaciones
    Emprestaos pa trabajar;
    Los rejuntan pa peliar
    Cuando entran indios ladrones.

    137
    Yo he visto en esa milonga
    Muchos Jefes con estancia,
    Y piones en abundancia,
    Y majadas y rodeos;
    He visto negocios feos
    A pesar de mi inorancia.

    138
    Y colijo que no quieren
    La barunda componer;
    Para eso no ha de tener,
    El Jefe que esté de estable,
    Más que su poncho y su sable,
    Su caballo y su deber.

    139
    Ansina, pues, conociendo
    Que aquel mal no tiene cura,
    Que tal vez mi sepoltura
    Si me quedo iba a encontrar,
    Pensé mandarme mudar
    Como cosa más sigura.

    140
    Y pa mejor, una noche
    ¡Qué estaquiada me pegaron!
    Casi me descoyuntaron
    Por motivo de una gresca:
    ¡Ahijuna, si me estiraron
    Lo mesmo que guasca fresca!

    141
    Jamás me puedo olvidar
    Lo que esa vez me pasó;
    Dentrando una noche yo
    Al fortín, un enganchao,
    Que estaba medio mamao,
    Allí me desconoció.

    142
    Era un gringo tan bozal,
    Que nada se le entendía,
    ¡quién sabe de ande sería!
    Tal vez no juera cristiano,
    Pues lo único que decía
    Es que era pa-po-litano.

    143
    Estaba de centinela
    Y por causa del peludo
    Verme más claro no pudo,
    Y esa jue la culpa toda:
    El bruto se asustó al ñudo
    Y fi el pavo de la boda.

    144
    Cuando me vido acercar:
    Quién vivore...? preguntó;
    ¿Qué víboras?, dije yo.
    ¡Ha garto!, me pegó el grito,
    Y yo dije despacito:
    ¡Más lagarto serás vos!

    145
    Ahi no más, ¡Cristo me valga!,
    Rastrillar el jusil siento:
    Me agaché, y en el momento
    El bruto me largó un chumbo;
    Mamao, me tiró sin rumbo,
    Que si no, no cuento el cuento.

    146
    Por de contao, con el tiro
    Se alborotó el avispero;
    Los Oficiales salieron
    Y se empezó la junción;
    Quedó en su puesto el nación,
    Y yo fi al estaquiadero.

    147
    Entre cuatro bayonetas
    Me tendieron en el suelo;
    Vino el mayor medio en pedo
    Y allí se puso a gritar:
    ¡Pícaro, te he de enseñar
    Andar reclamando sueldos!

    148
    De las manos y las patas
    Me ataron cuatro cinchones;
    Les aguanté los tirones
    Sin que ni un ¡ay! se me oyera,
    Y al gringo la noche entera
    Lo harté con mis maldiciones.

    149
    Yo no sé porqué el gobierno
    Nos manda aquí a la frontera
    Gringada que ni siquiera
    Se sabe atracar a un pingo.
    ¡Si creerá al mandar un gringo
    Que nos manda alguna fiera!

    150
    No hacen más que dar trabajo,
    Pues no saben ni ensillar;
    No sirven ni pa carniar:
    Y yo he visto muchas veces
    Que ni voltiadas las reses
    Se les querían arrimar.

    151
    Y lo pasan sus mercedes
    Lengüetiando pico a pico
    Hasta que viene un milico
    A servirles al asao...
    Y eso sí, en lo delicaos,
    Parecen hijos de rico.

    152
    Si hay calor, ya no son gente;
    Si yela, todos tiritan;
    Si usté no les da, no pitan
    Por no gastar en tabaco,
    Y cuando pescan un naco
    Uno al otro se lo quitan.

    153
    Cuando llueve se acoquinan
    Como perro que oye truenos.
    ¡Que diablos!, sólo son güenos
    Pa vivir entre maricas,
    Y nunca se andan con chicas
    Para alzar ponchos ajenos.

    154
    Pa vichar son como ciegos;
    No hay ejemplo de que entiendan,
    Ni hay uno solo que aprienda,
    Al ver un bulto que cruza,
    A saber si es avestruza,
    O si es jinete, o hacienda.

    155
    Si salen a perseguir
    Después de mucho aparato,
    Tuitos se pelan al rato
    Y va quedando el tendal:
    Esto es como en un nidal
    Echarle güevos a un gato.

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  6. 156
    Vamos dentrando recién
    A la parte mas sentida,
    Aunque es todita mi vida
    De males una cadena:
    A cada alma dolorida
    Le gusta cantar sus penas.

    157
    Se empezó en aquel entonces
    A rejuntar caballada,
    Y riunir la milicada
    Teniéndola en el cantón,
    Para una despedición
    A sorprender a la indiada.

    158
    Nos anunciaban que iríamos
    Sin carretas ni bagajes
    A golpiar a los salvajes
    En sus mesmas tolderías;
    Que a la güelta pagarían
    Licenciándolo al gauchaje;

    159
    Que en esta despedición
    Tuviéramos la esperanza;
    Que iba a venir sin tardanza,
    Según el Jefe contó,
    Un menistro o qué sé yo...
    que le llamaban don Ganza;

    160
    Que iba a riunir el ejército
    Y tuitos los batallones,
    Y que traiba unos cañones
    Con más rayas que un cotín;
    ¡Pucha!... Las conversaciones
    Por allá no tenían fin.

    161
    Pero esas trampas no enriedan
    A los zorros de mi laya;
    Que esa Ganza venga o vaya,
    Poco le importa a un matrero.
    Yo también dejé las rayas...
    En los libros del pulpero.

    162
    Nunca juí gaucho dormido;
    Siempre pronto, siempre listo,
    Yo soy un hombre, ¡qué Cristo!,
    Que nada me ha acobardao,
    Y siempre salí parao
    En los trances que me he visto.

    163
    Dende chiquito gané
    La vida con mi trabajo,
    Y aunque siempre estuve abajo
    Y no sé lo que es subir
    También el mucho sufrir
    Suele cansarnos, ¡barajo!

    164
    En medio de mi inorancia
    Conozco que nada valgo:
    Soy la liebre o soy el galgo
    Asigún los tiempos andan;
    Pero también los que mandan
    Debieran cuidarnos algo.

    165
    Una noche que riunidos
    Estaban en la carpeta
    Empinando una limeta
    El Jefe y el Juez de Paz,
    Yo no quise aguardar más,
    Y me hice humo en un sotreta.

    166
    Me parece el campo orégano
    Dende que libre me veo;
    Donde me lleva el deseo
    Allí mis pasos dirijo,
    Y hasta en las sombras de fijo
    Que donde quiera rumbeo.

    167
    Entro y salgo del peligro
    Sin que me espante el estrago,
    No aflojo al primer amago
    Ni jamás fi gaucho lerdo:
    Soy pa rumbiar como el cerdo,
    Y pronto caí a mi pago.

    168
    Volvía al cabo de tres años
    De tanto sufrir al ñudo
    Resertor, pobre y desnudo,
    A procurar suerte nueva;
    Y lo mesmo que el peludo
    Enderecé pa mi cueva.

    169
    No hallé ni rastro del rancho:
    ¡Sólo estaba la tapera!
    ¡Por Cristo si aquello era
    Pa enlutar el corazón!
    ¡Yo juré en esa ocasión
    Ser mas malo que una fiera!

    170
    ¡Quién no sentirá lo mesmo
    Cuando ansí padece tanto!
    Puedo asigurar que el llanto
    Como una mujer largué:
    ¡Ay, mi Dios: si me quedé
    más triste que Jueves Santo!

    171
    Sólo se oíban los aullidos
    De un gato que se salvó;
    El pobre se guareció
    Cerca, en una vizcachera:
    Venía como si supiera
    Que estaba de güelta yo.

    172
    Al dirme dejé la hacienda
    Que era todito mi haber;
    Pronto debíamos volver,
    Sigún el Juez prometía,
    Y hasta entonces cuidaría
    De los bienes, la mujer.

    173
    Después me contó un vecino
    que el campo se lo pidieron;
    La hacienda se la vendieron
    Pa pagar arrendamientos,
    Y qué sé yo cuantos cuentos;
    Pero todo lo fundieron,

    174
    Los pobrecitos muchachos,
    Entre tantas afliciones,
    se conchabaron de piones;
    ¡Mas qué iban a trabajar,
    Si eran como los pichones
    sin acabar de emplumar!

    175
    Por ahi andarán sufriendo
    De nuestra suerte el rigor:
    Me han contao que el mayor
    Nunca dejaba a su hermano;
    Puede ser que algún cristiano
    Los recoja por favor.

    176
    ¡Y la pobre mi mujer,
    Dios sabe cuánto sufrió!
    Me dicen que se voló
    Con no sé qué gavilán:
    Sin duda a buscar el pan
    Que no podía darle yo.

    177
    No es raro que a uno le falte
    Lo que a algún otro le sobre
    Si no le quedó ni un cobre
    Sino de hijos un enjambre.
    Que más iba a hacer la pobre
    Para no morirse de hambre?

    178
    ¡Tal vez no te vuelva a ver,
    Prienda de mi corazón!
    Dios te dé su proteción
    Ya que no me la dio a mí,
    Y a mis hijos dende aquí
    Les echo mi bendición.

    179
    Como hijitos de la cuna
    Andarán por ahi sin madre;
    Ya se quedaron sin padre,
    Y ansí la suerte los deja
    Sin naides que los proteja
    Y sin perro que les ladre.

    180
    Los pobrecitos tal vez
    No tengan ande abrigarse,
    Ni ramada ande ganarse,
    Ni rincón ande meterse,
    Ni camisa que ponerse,
    Ni poncho con que taparse.

    181
    Tal vez los verán sufrir
    Sin tenerles compasión;
    Puede que alguna ocasión,
    Aunque los vean tiritando,
    Los echen de algún jogón
    Pa que no estén estorbando.

    182
    Y al verse ansina espantaos
    Como se espanta a los perros,
    Irán los hijos de Fierro,
    Con la cola entre las piernas,
    A buscar almas más tiernas
    O esconderse en algún cerro.

    183
    Mas también en este juego
    Voy a pedir mi bolada;
    A naides le debo nada,
    Ni pido cuartel ni doy:
    Y ninguno dende hoy
    Ha de llevarme en la armada.

    184
    Yo he sido manso primero,
    Y seré gaucho matrero;
    En mi triste circunstancia,
    Aunque es mi mal tan projundo,
    Nací y me he criado en estancia.
    Pero ya conozco el mundo.

    185
    Ya les conozco sus mañas,
    Le conozco sus cucañas;
    Sé como hacen la partida,
    La enriedan y la manejan;
    Deshaceré la madeja
    Aunque me cueste la vida.

    186
    Y aguante el que no se anime
    A meterse en tanto engorro
    O si no aprétese el gorro
    Y para otra tierra emigre;
    Pero yo ando como el tigre
    Que le roban los cachorros.

    187
    Aunque muchos creen que el gaucho
    Tiene alma de reyuno,
    No se encontrará a ninguno
    Que no le dueblen las penas;
    Mas no debe aflojar uno
    Mientras hay sangre en las venas.

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  7. 188
    De carta de más me vía
    Sin saber a donde dirme;
    Mas dijeron que era vago
    Y entraron a perseguirme.

    189
    Nunca se achican los males,
    Van poco a poco creciendo,
    Y ansina me vide pronto
    Obligado a andar juyendo.

    190
    No tenía mujer ni rancho
    Y a más, era resertor;
    No tenía una prenda güena
    Ni un peso en el tirador

    191
    A mis hijos infelices
    Pensé volverlos a hallar,
    Y andaba de un lao al otro
    Sin tener ni qué pitar.

    192
    Supe una vez por desgracia
    Que había un baile por allí,
    Y medio desesperao
    A ver la milonga fui.

    193
    Riunidos al pericón
    Tantos amigos hallé,
    Que alegre de verme entre ellos
    Esa noche me apedé.

    194
    Como nunca, en la ocasión
    Por peliar me dio la tranca.
    Y la emprendí con un negro
    Que trujo una negra en ancas.

    195
    Al ver llegar la morena,
    Que no hacía caso de naides,
    Le dije con la mamúa:
    Va...ca...yendo gente al baile.

    196
    La negra entendió la cosa
    Y no tardó en contestarme,
    Mirándome como a un perro:
    Más vaca será su madre.

    197
    Y dentró al baile muy tiesa
    Con más cola que una zorra,
    Haciendo blanquiar los dientes
    Lo mesmo que mazamorra.

    198
    !Negra linda!... dije yo.
    Me gusta... pa la carona;
    Y me puse a champurriar
    Esta coplita fregona:

    199
    A los blancos hizo Dios,
    A los mulatos San Pedro,
    A los negros hizo el diablo
    Para tizón del infierno.

    200
    Había estao juntando rabia
    El moreno dende ajuera;
    En lo escuro le brillaban
    Los ojos como linterna.

    201
    Lo conocí retobao,
    Me acerqué y le dije presto:
    Po...r...rudo que un hombre sea
    Nunca se enoja por esto.

    202
    Corcovió el de los tamangos
    Y creyéndose muy fijo:
    ¡Más porrudo serás vos,
    Gaucho rotoso!, me dijo.

    203
    Y ya se me vino al humo
    Como a buscarme la hebra,
    Y un golpe le acomodé
    Con el porrón de ginebra.

    204
    Ahi nomás pegó el de hollín
    Mas gruñidos que un chanchito,
    Y pelando el envenao
    Me atropelló dando gritos.

    205
    Pegué un brinco y abrí cancha
    Diciéndoles: Caballeros,
    Dejen venir ese toro.
    Solo nací... solo muero.

    206
    El negro, después del golpe,
    Se había el poncho refalao
    Y dijo: Vas a saber
    Si es solo o acompañado.

    207
    Y mientras se arremangó,
    Yo me saqué las espuelas,
    Pues malicié que aquel tío
    No era de arriar con las riendas.

    208
    No hay cosa como el peligro
    Pa refrescar un mamao;
    Hasta la vista se aclara
    Por mucho que haiga chupao.

    209
    El negro me atropelló
    Como a quererme comer;
    Me hizo dos tiros seguidos
    Y los dos le abarajé.

    210
    Yo tenía un facón con S,
    Que era de lima de acero;
    Le hice un tiro, lo quitó
    Y vino ciego el moreno;

    211
    Y en el medio de las aspas
    Un planazo le asenté,
    Que lo largué culebriando
    Lo mesmo que buscapié.

    212
    Le coloriaron las motas
    Con la sangre de la herida,
    Y volvió a venir jurioso
    Como una tigra parida.

    213
    Y ya me hizo relumbrar
    Por los ojos el cuchillo,
    Alcanzando con la punta
    A cortarme en un carrillo.

    214
    Me hirvió la sangre en las venas
    Y me le afirmé al moreno,
    Dándole de punta y hacha
    Pa dejar un diablo menos.

    215
    Por fin en una topada
    En el cuchillo lo alcé,
    Y como un saco de güesos
    Contra un cerco lo largué.

    216
    Tiró unas cuantas patadas
    Y ya cantó pal carnero:
    Nunca me puedo olvidar
    De la agonía de aquel negro.

    217
    En esto la negra vino
    Con los ojos como ají
    Y empezó la pobre allí
    A bramar como una loba.
    Yo quise darle una soba
    A ver si la hacía callar,
    Mas pude reflesionar
    Que era malo en aquel punto,
    Y por respeto al dijunto
    No la quise castigar.

    218
    Limpié el facón en los pastos,
    Desaté mi redomón,
    Monté despacio y salí
    Al tranco pa el cañadón.

    219
    Después supe que al finao
    Ni siquiera lo velaron,
    Y retobao en un cuero,
    Sin rezarle lo enterraron.

    220
    Y dicen que dende entonces,
    Cuando es la noche serena
    Suele verse una luz mala
    Como de alma que anda en pena.

    221
    Yo tengo intención a veces,
    para que no pene tanto,
    De sacar de allí los güesos
    Y echarlos al camposanto.

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  8. I
  9. 222
    Otra vez en un boliche
    estaba haciendo la tarde;
    Cayó un gaucho que hacia alarde
    De guapo y peliador;
    A la llegada metió
    El pingo hasta la ramada,
    Y yo sin decirle nada
    Me quedé en el mostrador.

    223
    Era un terne de aquel pago
    Que naides lo reprendía,
    Que sus enriedos tenía
    Con el señor comendante;
    Y como era protegido,
    Andaba muy entonao,
    Y a cualquier desgraciao
    Lo llevaba por delante.

    224
    ¡Ah pobre! si él mismo creiba
    Que la vida le sobraba;
    Ninguno diría que andaba
    Aguaitándolo la muerte.
    Pero ansí pasa en el mundo,
    Es ansí la triste vida:
    Pa todos está escondida
    La güena o la mala suerte.

    225
    Se tiró al suelo; al dentrar
    Le dio un empellón a un vasco,
    Y me alargó un medio frasco
    Diciendo: Beba cuñao.
    Por su hermana, contesté.
    Que por la mía no hay cuidao.

    226
    ¡Ah, gaucho!, me respondió;
    ¿De que pago será crioyo?
    ¿Lo andará buscando el hoyo?
    Deberá tener güen cuero;
    Pero ande bala este toro
    No bala ningún ternero.

    227
    Y ya salimos trenzaos
    Porque el hombre no era lerdo,
    Mas como el tino no pierdo,
    Y soy medio ligerón,
    Le dejé mostrando el sebo
    De un revés con el facón.

    228
    Y como con la Justicia
    No andaba bien por allí,
    Cuanto pataliar lo vi,
    Y el pulpero pegó el grito,
    Ya pa el palenque salí
    Como haciéndome chiquito.

    229
    Monté y me encomendé a Dios,
    Rumbiando para otro pago,
    Que el gaucho que llaman vago
    No puede tener querencia,
    Y ansí de estrago en estrago
    Vive llorando la ausencia.

    230
    Él andaba siempre juyendo,
    Siempre pobre y perseguido,
    No tiene cueva ni nido
    Como si juera maldito;
    Porque el ser gaucho... ¡barajo!,
    El ser gaucho es un delito.

    231
    Es como el patrio de posta;
    Lo larga éste, aquél lo toma,
    Nunca se acaba la broma;
    dende chico se parece
    Al arbolito que crece
    Desamparao en la loma.

    232
    Le echan la agua del bautismo
    Aquél que nació en la selva;
    Busca madre que te envuelva,
    Le dice el fraire y lo larga.
    Y dentra a cruzar el mundo
    Como burro con la carga.

    233
    Y se cría viviendo al viento
    Como oveja sin trasquila;
    Mientras su padre en las filas
    Anda sirviendo al gobierno,
    Aunque tirite en invierno,
    Naides lo ampara ni asila.

    234
    Le llaman gaucho mamao
    Si lo pillan divertido,
    Y que es mal entretenido
    Si en un baile lo sorprienden;
    Hace mal si se defiende
    Y si no, se ve... fundido.

    235
    No tiene hijos ni mujer,
    Ni amigos ni protetores,
    Pues todos son sus señores
    Sin que ninguno lo ampare:
    Tiene la suerte del güey,
    Y ¿donde irá el güey que no are?

    236
    Su casa es el pajonal,
    Su guarida es el desierto;
    Y si de hambre medio muerto
    Le echa el lazo a algún mamón,
    Lo persiguen como a plaito,
    Porque es un gaucho ladrón.

    237
    Y si de un golpe por ahi
    Lo dan güelta panza arriba,
    No hay un alma compasiva
    Que le rece una oración;
    Tal vez como cimarrón
    En una cueva lo tiran.

    238
    Él nada gana en la paz
    Y es el primero en la guerra;
    No le perdonan si yerra,
    Que no saben perdonar,
    Porque el gaucho en esta tierra
    Sólo sirve pa votar.

    239
    Para el son los calabozos,
    Para el las duras prisiones,
    En su boca no hay razones
    Aunque la razón le sobre;
    Que son campanas de palo
    Las razones de los pobres.

    240
    Si uno aguanta, es gaucho bruto;
    Si no aguanta es gaucho malo.
    ¡Dele azote, dele palo,
    Porque es lo que él necesita!
    De todo el que nació gaucho
    Ésta es la suerte maldita.

    241
    Vamos suerte, vamos juntos
    Dende que juntos nacimos;
    Y ya que juntos vivimos
    Sin podernos dividir...
    Yo abriré con mi cuchillo
    El camino pa seguir.

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  10. 242
    Matreriando lo pasaba
    Ya a las casas no venía;
    Solía arrimarme de día,
    Mas, lo mesmos que el carancho,
    Siempre estaba sobre el rancho
    Espiando a la polecía.

    243
    Viva el gaucho que ande mal,
    Como zorro perseguido,
    Hasta que al menor descuido
    Se lo atarasquen los perros,
    Pues nunca le falta un yerro
    Al hombre más alvertido.

    244
    Y en esa hora de la tarde
    En que tuito se adormece,
    Que el mundo dentrar parece
    A vivir en pura calma,
    Con las tristezas del alma
    Al pajonal enderiece.

    245
    Bala el tierno corderito
    Al lao de la blanca oveja,
    Y a la vaca que se aleja
    Llama el ternero amarrao;
    Pero el gaucho desgraciao
    No tiene a quien dar su oveja.

    246
    Ansí es que al venir la noche
    Iba a buscar mi guarida,
    Pues ande el tigre se anida
    También el hombre lo pasa,
    Y no quería que en las casas
    Me rodiara la partida.

    247
    Pues aun cuando vengan ellos
    Cumpliendo con su deberes,
    Yo tengo otros pareceres,
    Y en esa conduta vivo:
    Que no debe un gaucho altivo
    Peliar entre las mujeres.

    248
    Y al campo me iba solito,
    Más matrero que el venao,
    Como perro abandonao
    A buscar una tapera,
    O en alguna vizcachera
    Pasar la noche tirao.

    249
    Sin punto ni rumbo fijo
    En aquella inmensidá,
    Entre tanta escuridá
    Anda el gaucho como duende;
    Allí jamás lo sorpriende
    Dormido, la autoridá.

    250
    Su esperanza es el coraje,
    Su guardia es la precaución,
    Su pingo es la salvación,
    Y pasa uno en su desvelo,
    Sin más amparo que el cielo
    Ni otro amigo que el facón.


    251
    Ansí me hallaba una noche
    Contemplando las estrellas,
    Que le parecen más bellas
    Cuanto uno es más desgraciao,
    Y que Dios las haiga criao
    Para consolarse en ellas.

    252
    Les tiene el hombre cariño
    Y siempre con alegría
    Ve salir las Tres Marías;
    Que si llueve, cuanto escampa,
    Las estrellas son la guía
    Que el gaucho tiene en la pampa.

    253
    Aquí no valen dotores,
    Sólo vale la esperiencia;
    Aquí verían su inocencia
    Ésos que todo lo saben,
    Porque esto tiene otra llave
    Y el gaucho tiene su cencia.

    254
    Es triste en medio del campo
    Pasarse noches enteras
    Contemplando en sus carreras
    Las estrellas que Dios cría,
    Sin tener más compañía
    Que su delito y las fieras.

    255
    Me encontraba como digo,
    En aquella soledá,
    Entre tanta escuridá,
    Echando al viento mis quejas,
    Cuando el grito del chajá
    me hizo parar las orejas.

    256
    Como lumbriz me pegué
    Al suelo para escuchar;
    Pronto sentí retumbar
    Las pisadas de los fletes,
    Y que eran muchos jinetes
    Conocí sin vacilar.

    257
    Cuando el hombre está en peligro
    No debe tener confianza;
    Ansí tendido de panza
    Puse toda mi atención
    Y ya escuché sin tardanza
    Como el ruido de un latón.

    258
    Se venían tan calladitos
    Que yo me puse en cuidao;
    Tal vez me hubieran bombiao
    Y ya me venían a buscar;
    Mas no quise disparar,
    Que eso es de gaucho morao.

    259
    Al punto me santigüé
    Y eché de giñebra un taco;
    Lo mesmito que el mataco
    Me arroyé con el porrón;
    Si han de darme pa tabaco,
    Dije, ésta es güena ocasión.

    260
    Me refalé las espuelas,
    Para no peliar con grillos;
    Me arremangué el calzoncillo,
    Y me ajusté bien la faja,
    Y en una mata de paja
    Probé el filo del cuchillo.

    261
    Para tenerlo a la mano
    El flete en el pasto até,
    La cincha le acomodé,
    Y, en un trance como aquél,
    Haciendo espaldas en él
    Quietito los aguardé.

    262
    Cuando cerca los sentí,
    Y que ahi no más se pararon,
    Los pelos se me erizaron
    Y, aunque nada vían mis ojos,
    No se han de morir de antojo,
    Les dije, cuando llegaron.

    263
    Yo quise hacerles saber
    Que allí se hallaba un varón;
    Les conocí la intención
    Y solamente por eso
    Es que les gané el tirón,
    Sin aguardar voz de preso.

    264
    Vos sos un gaucho matrero,
    Dijo uno, haciéndose el güeno.
    Vos mataste un moreno
    Y otro en una pulpería,
    Y aquí está la polecía
    Que viene a ajustar tus cuentas;
    Te va alzar por las cuarenta
    Si te resistís hoy día.

    265
    No me vengan, contesté,
    Con relación de dijuntos;
    Ésos son otros asuntos;
    Vean si me pueden llevar,
    Que yo no me he de entregar,
    Aunque vengan todos juntos.

    266
    Pero no aguardaron más
    Y se apiaron en montón;
    Como a perro cimarrón
    Me rodiaron entre tantos;
    Ya me encomendé a los Santos,
    Y eché mano a mi facón.

    267
    Y ya vide el fogonazo
    De un tiro de garabina,
    Mas quiso la suerte indina
    De aquel maula, que me errase,
    Y ahi no más lo levantase
    Lo mesmo que una sardina.

    268
    A otro que estaba apurao
    Acomodando una bola,
    Le hice una dentrada sola
    Y le hice sentir el fierro,
    Y ya salió como el perro
    Cuando le pisan la cola.

    269
    Era tanta la aflición
    Y la angurria que venían,
    Que tuitos se me venían,
    Donde yo los esperaba;
    Uno al otro se estorbaba
    Y con las ganas no vían.

    270
    Dos de ellos que traiban sables
    Más garifos y resueltos,
    En las hilachas envueltos
    Enfrente se me pararon,
    Y a un tiempo me atropellaron
    Lo mesmo que perros sueltos.

    271
    Me fui reculando en falso
    Y el poncho adelante eché,
    Y en cuanto le puso el pie
    Uno medio chapetón,
    De pronto le di un tirón
    Y de espaldas lo largué

    272
    Al verse sin compañero
    El otro se sofrenó;
    Entonces le dentré yo,
    Sin dejarlo resollar,
    Pero ya empezó a aflojar
    Y a la pu...n...ta disparó.

    273
    Uno que en una tacuara
    Había atao una tijera,
    Se vino como si juera
    Palenque de atar terneros,
    Pero en dos tiros certeros
    Salió aullando campo ajuera.

    274
    Por suerte en aquel momento
    Venía coloriando el alba
    Y yo dije: Si me salva
    La Virgen en este apuro,
    En adelante le juro
    Ser más güeno que una malva.

    275
    Pegué un brinco y entre todos
    Sin miedo me entreveré;
    Hecho ovillo me quedé
    Y ya me cargó una yunta,
    Y por el suelo la punta
    De mi facón les jugué.

    276
    El más engolosinao
    Se me apió con un hachazo;
    Se lo quité con el brazo;
    De no, me mata los piojos;
    Y antes de que diera un paso
    Le eché tierra en los dos ojos.

    277
    Y mientras se sacudía
    Refregándose la vista,
    Yo me le fui como lista
    Y ahi no más me le afirmé,
    Diciéndole: Dios te asista,
    Y de un revés lo voltié.

    278
    Pero en ese punto mesmo
    Sentí que por las costillas
    Un sable me hacía cosquillas
    Y la sangre me heló;
    Dende ese momento yo
    Me salí de mis casillas.

    279
    Di para atrás unos pasos
    Hasta que pude hacer pie;
    Por delante me lo eché
    De punta y tajos a un criollo;
    Metió la pata en un hoyo,
    Y yo al hoyo lo mandé.

    280
    Tal vez en el corazón
    Le tocó un Santo bendito
    A un gaucho, que pegó el grito
    Y dijo: ¡Cruz no consiente
    Que se cometa el delito
    De matar a un valiente!

    281
    Y ahi no más se me aparió,
    Dentrándole a la partida;
    Yo les hice otra embestida
    Pues entre dos era robo;
    Y el Cruz era como lobo
    Que defiende su guarida.

    282
    Uno despachó al infierno
    De dos que lo atropellaron;
    Los demás remoliniaron,
    Pues íbamos a la fija,
    Y a poco andar dispararon
    Lo mesmo que sabandija.

    283
    Ahí quedaron largo a largo
    Los que estiaron la jeta;
    Otro iba como maleta,
    Y Cruz de atrás les decía:
    Que venga otra polecía
    A llevarlos en carreta.

    284
    Yo junté las osamentas,
    Me hinqué y les recé un Bendito,
    Hice una cruz de un palito
    Y pedí a mi Dios clemente
    Me perdonara el delito
    De haber muerto tanta gente.

    285
    Dejamos amotonaos
    A los pobres que murieron;
    No sé si los recogieron,
    Porque nos fuimos a un rancho,
    O si tal vez los caranchos
    Ahi no más se los comieron.

    286
    Lo agarramos mano a mano
    Entre los dos al porrón:
    En semejante ocasión
    Un trago a cualquiera encanta;
    Y Cruz no era remolón
    Ni pijotiaba garganta.

    287
    Calentamos los gargueros
    Y nos largamos muy tiesos,
    Siguiendo siempre los besos
    Al pichel, y por mas señas,
    Íbamos como cigüeñas
    Estirando los pescuezos.

    288
    Yo me voy, le dije, amigo,
    Donde la suerte me lleve,
    Y si es que alguno se atreve,
    A ponerse en mi camino,
    Yo seguiré mi destino,
    Que el hombre hace lo que debe.

    289
    Soy un gaucho desgraciao,
    No tengo donde ampararme,
    Ni un palo donde rascarme,
    Ni un árbol que me cubije:
    Pero ni aun esto me aflige
    Porque yo sé manejarme.

    290
    Antes de cair al servicio,
    Tenia familia y hacienda;
    Cuando volví, ni la prenda
    Me la habían dejao ya.
    Dios sabe en lo que vendrá
    A parar esta contienda.

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  11. 291
    Amigazo, pa sufrir
    Han nacido los varones;
    Estas son las ocasiones
    De mostrarse un hombre juerte,
    Hasta que venga la muerte
    Y lo agarre a coscorrones.

    292
    El andar tan despilchao
    Ningún mérito me quita;
    Sin ser un alma bendita
    Me duelo del mal ajeno:
    Soy un pastel con relleno
    Que parece torta frita.

    293
    Tampoco me faltan males
    Y desgracias, le prevengo;
    También mis desdichas tengo,
    Aunque esto poco me aflige:
    Yo sé hacerme el chango rengo
    Cuando la cosa lo esige.

    294
    Y con algunos ardiles
    Voy viviendo, aunque rotoso;
    A veces me hago el sarnoso
    Y no tengo ni un granito,
    Pero al chifle voy ganoso
    Como panzón al maíz frito.

    295
    A mí no me matan penas
    Mientras tenga el cuero sano;
    Venga el sol en el verano
    Y la escarcha en el invierno
    ¿Por qué afligirse el cristiano?

    296
    Hagámosle cara fiera
    A los males, compañero,
    Porque el zorro más matrero
    Suele cair como un chorlito;
    Viene por un corderito
    Y en la estaca deja el cuero.

    297
    Hoy tenemos que sufrir
    Males que no tienen nombre,
    Pero esto a nadies lo asombre
    Porque ansina es el pastel,
    Y tiene que dar el hombre
    Mas güeltas que un carretel.

    298
    Yo nunca me he de entregar
    A los brazos de la muerte;
    Arrastro mi triste suerte
    Paso a paso y como pueda,
    Que donde el débil se queda
    Se suele escapar el juerte.

    299
    Y ricuerde cada cual
    Lo que cada cual sufrió,
    Que lo que es, amigo, yo,
    Hago ansí la cuenta mía:
    Ya lo pasado pasó;
    Mañana será otro día.

    300
    Yo también tuve una pilcha
    Que me enllenó el corazón,
    Y si en aquella ocasión
    Alguien me hubiera buscao,
    Siguro que me había hallao
    Más prendido que un botón.

    301
    En la güeya del querer
    No hay animal que se pierda...
    Las mujeres no son lerdas,
    Y todo gaucho es dotor
    Si pa cantarle al amor
    Tiene que templar las cuerdas.

    302
    ¡Quién es de una alma tan dura
    Que no quiera una mujer!
    Lo alivia en su padecer:
    Si no sale calavera
    Es la mejor compañera
    Que el hombre puede tener.

    303
    Si es güena, no lo abandona
    Cuando lo ve desgraciao,
    Lo asiste con su cuidao,
    Y con afán cariñoso,
    Y usté tal vez ni un rebozo
    Ni una pollera le ha dao.

    304
    ¡Grandemente lo pasaba
    Con aquella prenda mía,
    Viviendo con alegría
    Como la mosca en la miel!
    ¡Amigo, qué tiempo aquel!
    ¡La pucha, que la quería!

    305
    Era la águila que a un árbol
    Dende las nubes bajó;
    Era más linda que el alba
    Cuando va rayando el sol;
    Era la flor deliciosa
    Que entre el trebolar creció.

    306
    Pero, amigo, el Comendante
    Que mandaba la milicia,
    Como que no desperdicia
    Se fue refalando a casa;
    Yo le conocí en la traza
    Que el hombre traiba malicia.

    307
    Él me daba voz de amigo,
    Pero no le tenía fe;
    Era el jefe, y ya se ve,
    No podía competir yo;
    En mi rancho se pegó
    Lo mesmo que un saguaipé.

    308
    A poco andar, conocí
    Que ya me había desbancao,
    Y él siempre muy entonao,
    Aunque sin darme ni un cobre,
    Me tenía de lao a lao
    Como encomienda de pobre.

    309
    A cada rato, de chasque
    Me hacía dir a gran distancia;
    Ya me mandaba a una estancia,
    Ya al pueblo, ya a la frontera;
    Pero él en la comendancia
    No ponía los pies siquiera.

    310
    Es triste a no poder más
    El hombre en su padecer,
    Si no tiene una mujer
    Que lo ampare y lo consuele:
    Mas pa que otro se la pele
    Lo mejor es no tener.

    311
    No me gusta que otro gallo
    Le cacaree a mi gallina;
    Yo andaba ya con la espina,
    Hasta que en una ocasión
    Lo pille junto al jogón
    Abrazándome a la china.

    312
    Tenía el viejito una cara
    De ternero mal lamido,
    Y al verle tan atrevido
    Le dije: ¡Que le aproveche!...
    Que había sido pa el amor
    Como gaucho pa la leche.

    313
    Peló la espalda y se vino
    Como a quererme ensartar,
    Pero yo sin tutubiar
    Le volví al punto a decir:
    ¡Cuidado!, no te vas a per...tigo;
    Poné cuarta pa salir.

    314
    Un puntazo me largó,
    Pero el cuerpo le saqué,
    Y en cuanto se lo quité,
    Para no matar un viejo,
    Con cuidado, medio de lejos
    Un palazo le asenté.

    315
    Y como nunca al que manda
    Le falta algún adulón,
    Uno que en esa ocasión
    Se encontraba allí presente,
    Vino apretando los dientes
    Como perrito mamón.

    316
    Me hizo un tiro de revuélver
    Que el hombre creyó siguro;
    Era confiado y le juro
    Que cerquita se arrimaba,
    Pero, siempre en un apuro
    Se desentumen mis tabas.

    317
    Él me siguió menudiando
    Mas sin poderme acertar,
    Y yo, dele culebriar,
    Hasta que al fin le dentré
    Y ahi no más lo despaché
    Sin dejarlo resollar.

    318
    Dentré a campiar en seguida
    Al viejito enamorao...
    El pobre se había ganao
    En un noque de lejía.
    ¡Quién sabe cómo estaría
    Del susto que había llevao!

    319
    ¡Es zonzo el cristiano macho
    Cuando el amor lo domina!
    Él la miraba a la indina,
    Y una cosa tan jedionda
    Sentí yo, que ni en la fonda
    He visto tal jedentina

    320
    Y le dije: Pa su agüela
    Han de ser esas perdices.
    Yo me tapé las narices,
    Y me salí esternudando,
    Y el viejo quedó olfatiando
    Como chico con lumbrices.

    321
    Cuando la mula recula,
    Señal que quiere cociar,
    Ansí se suele portar
    Aunque ella lo disimula;
    Recula como la mula
    La mujer, para olvidar.

    322
    Alcé mis ponchos y mis prendas
    Y me largué a padecer
    Por culpa de una mujer
    Que quiso engañar a dos;
    Al rancho le dije adiós,
    Para nunca más volver.

    323
    Las mujeres, dende entonces,
    Conocí a todas en una;
    Ya no he de probar fortuna
    Con carta tan conocida:
    Mujer y perra parida,
    ¡No se me acerca ninguna!.

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  12. 324
    A otros les brotan las coplas
    Como agua de manantial;
    Pues a mí me pasa igual;
    Aunque las mías nada valen,
    De la boca se me salen
    Como ovejas de corral.

    325
    Que en puertiando la primera,
    Ya la siguen los demás,
    Y en montones las de atrás
    Contra los palos se estrellan,
    Y saltan y se atropellan
    Sin que se corten jamás.

    326
    Y aunque yo por mi inorancia
    Con gran trabajo me esplico,
    Cuando llego a abrir el pico,
    Tengaló por cosa cierta,
    Sale un verso y en la puerta
    Ya asoma el otro el hocico.

    327
    Y emprésteme su atención;
    Me oirá relatar las penas
    De que traigo la alma llena;
    Porque en toda circustancia,
    Paga el gaucho su inorancia
    Con la sangre de sus venas.

    328
    Después de aquella desgracia
    Me refugié en los pajales;
    Anduve entre los cardales
    Como bicho sin guarida;
    Pero, amigo, es esa vida
    Como vida de animales.

    329
    Y son tantas las miserias
    En que me he salido ver,
    Que con tanto padecer
    Y sufrir tanta aflición,
    Malicio que he de tener
    Un callo en el corazón.

    330
    Ansí andaba como guacho
    Cuando pasa el temporal;
    Supe una vez por mi mal
    De una milonga que había,
    Y ya pa la pulpería
    Enderecé mi bagual.

    331
    Era la casa del baile
    Un rancho de mala muerte,
    Y se enllenó de tal suerte
    Que andábamos a empujones:
    Nunca faltan encontrones
    Cuando un pobre se divierte.

    332
    Yo tenía unas medias botas
    Con tamaños verdugones;
    Me pusieron los talones
    Con crestas como gallos:
    ¡Si viera mis afliciones
    Pensando yo que eran callos!

    333
    Con gato y con fandanguillo
    Había empezado el changango,
    Y para ver el fandango
    Me colé haciendomé bola,
    Mas metió el diablo la cola,
    Y todo se volvió pango.

    334
    Había sido el guitarrero
    Un gaucho duro de boca:
    Yo tengo paciencia poca
    Pa aguantar cuando no debo;
    A ninguno me le atrevo,
    Pero me halla el que me toca.

    335
    A bailar un pericón
    Con una moza salí,
    Y cuanto me vido allí
    Sin duda me conoció;
    Y estas coplitas cantó
    Como por raírse de mí:

    336
    Las mujeres son todas
    Como las mulas;
    Yo no digo que todas,
    Pero hay algunas
    Que a las aves que vuelan
    Les sacan plumas.

    337
    -Hay gauchos que presumen
    De tener damas;
    No digo que presumen,
    Pero se alaban,
    Y a lo mejor los dejan
    Tocando tablas.

    338
    Se secretiaron las hembras,
    Y yo ya me encocoré;
    Volié la anca y le grité:
    ¡Dejá de cantar... chicharra!
    Y de un tajo a la guitarra
    Tuitas las cuerdas corté.

    339
    Al punto salió de adentro
    Un gringo con un jusil;
    Pero nunca he sido vil,
    Poco el peligro me espanta;
    Yo me refalé la manta
    Y la eché sobre el candil.

    340
    Gané en seguida la puerta
    Gritando: -¡Nadies me ataje!-
    Y alborotado el hembraje,
    Lo que todo quedo escuro,
    Empezó a verse en apuro
    Mesturao con el gauchaje.

    341
    El primero que salió
    Fue el cantor, y se me vino;
    Pero yo no pierdo el tino
    Aunque haiga tomao un trago,
    Y hay algunos por mi pago
    Que me tienen por ladino.

    342
    No ha de haber achocao otro:
    Le salió cara la broma;
    A su amigo cuando toma
    Se le despeja el sentido,
    Y el pobrecito había sido
    Como carne de paloma.

    343
    Para prestar un socorro
    Las mujeres no son lerdas:
    Antes que la sangre pierda
    Lo arrimaron a unas pipas;
    Ahi lo dejé con las tripas
    Como pa que hiciera cuerdas.

    344
    Monté y me largué a los campos
    Más libre que el pensamiento,
    Como las nubes al viento
    A vivir sin paradero,
    Que no tiene el que es matrero
    Nido, ni rancho, ni asiento.

    345
    No hay juerza contra el destino
    Que le ha señalao el Cielo,
    Y aunque no tenga consuelo,
    ¡Aguante el que está en trabajo!
    ¡Nadies se rasca pa abajo,
    Ni se lonjea contra el pelo!

    346
    Con el gaucho desgraciao
    No hay uno que no se entone
    ¡La menor falta lo espone
    A andar con los avestruces
    Faltan otros con más luces
    Y siempre hay quien los perdone.

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  13. 347
    Yo no sé qué tantos meses
    Esta vida me duró;
    A veces nos obligó
    La miseria a comer potro:
    Me había acompañao con otros
    Tan desgraciaos como yo

    348
    Mas ¿para qué platicar
    Sobre esos males, canejos?
    Nace el gaucho y se hace viejo,
    Sin que mejore su suerte,
    Hasta que por ahi la muerte
    Sale a cobrarle el pellejo.

    349
    Pero como no hay desgracia
    Que no acabe alguna vez,
    Me aconteció que después
    De sufrir tanto rigor,
    Un amigo, por favor,
    Me compuso con el Juez.

    350
    Le alvertiré que en mi pago
    Ya no va quedando un criollo:
    Se los ha tragao el hoyo,
    O juido o muerto en la guerra;
    Porque, amigo, en esta tierra
    Nunca se acaba el embrollo.

    351
    Colijo que jué por eso
    Que me llamó el Juez un día,
    Y me dijo que quería
    Hacerme a su lao venir,
    Y que dentrase a servir
    De soldao de polecía.

    352
    Y me largó una proclama
    Tratándome de valiente;
    Que yo era un hombre decente,
    Y que dende aquel momento
    Me nombraba de sargento
    Pa que mandara la gente.

    353
    Ansí estuve en la partida,
    Pero ¿qué había de mandar?
    Anoche al irlo a tomar
    Vide güena coyontura,
    Y a mí no me gusta andar
    Con la lata a la cintura.
    .........................

    354
    Ya conoce, pues, quién soy;
    Tenga confianza conmigo:
    Cruz le dio mano de amigo,
    Y no lo ha de abandonar;
    Juntos podemos buscar
    Pa los dos un mesmo abrigo.

    355
    Andaremos de matreros
    Si es preciso pa salvar;
    Nunca nos ha de faltar
    Ni un güen pingo pa juir,
    Ni un pajal ande dormir,
    Ni un matambre que ensartar.

    356
    Y cuando sin trapo alguno
    Nos haiga el tiempo dejao,
    Yo le pediré emprestao
    El cuero a cualquiera lobo,
    Y hago un poncho, si lo sobo,
    Mejor que poncho engomao.

    357
    Para mí la cola es pecho
    Y el espinazo es cadera
    Hago mi nido ande quiera
    Y de lo que encuentro como;
    Me echo tierra sobre el lomo
    Y me apeo en cualquier tranquera.

    358
    Y dejo rodar la bola,
    Que algún día se ha de parar...
    Tiene el gaucho que aguantar
    Hasta que lo trague el hoyo,
    O hasta que venga algún criollo
    En esta tierra a mandar.

    359
    Lo miran al pobre gaucho
    Como carne de cogote:
    Lo tratan al estricote
    Y si ansí las cosas andan,
    Porque quieren los que mandan,
    Aguantemos los azotes.

    360
    ¡Pucha! si usté los oyera,
    Como yo en una ocasión
    Tuita la conversación
    Que con otro tuvo el Juez;
    Le asiguro que esa vez
    Se me achicó el corazón.

    361
    Hablaban de hacerse ricos
    Con campos en la fronteras,
    De sacarla más ajuera,
    Donde había campos baldidos
    Y llevar de los partidos
    Gente que la defendiera.

    362
    Todos se güelven proyetos
    De colonias y carriles,
    Y tirar la plata a miles
    En los gringos enganchaos,
    Mientras al pobre soldao
    Le pelan la cucha... ¡ah, viles!

    363
    Pero si siguen las cosas
    Como van hasta el presente,
    Puede ser que redepente
    Veamos el campo disierto,
    Y blanquiando solamente
    Los güesos de los que han muerto.

    364
    Hace mucho que sufrimos
    La suerte reculativa
    Trabaja el gaucho y no arriba
    Porque a lo mejor del caso,
    Lo levantan de un sogazo
    Sin dejarle ni saliva.

    365
    De los males que sufrimos
    Hablan mucho los puebleros,
    Pero hacen como los teros
    Para esconder sus niditos:
    En un lao pegan los gritos
    Y en otro tienen los güevos.

    366
    Y se hacen los que no aciertan
    A dar con la coyontura:
    Mientras al gaucho lo apura
    Con rigor la autoridá,
    Ellos a la enfermedá
    Le están errando la cura

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  14. I

367
Ya veo que somos los dos
Astillas del mesmo palo:
Yo paso por gaucho malo
Y usté anda del mesmo modo;
Y yo, pa acabarlo todo,
A los indios me refalo.

368
Pido perdón a mi Dios
Que tantos bienes me hizo,
Pero dende que es preciso
Que viva entre los infeles,
Yo seré cruel con los crueles:
Ansí mi suerte lo quiso.

369
Dios formó lindas las flores,
Delicadas como son;
Le dio toda perfeción
Y cuanto él era capaz,
Pero al hombre le dio más
Cuando le dio el corazón.

370
Le dio claridá a la luz,
Juerza en su carrera al viento,
Le dio vida y movimiento
Dende la águila al gusano;
Pero más le dio al cristiano
Al darle el entendimiento.

371
Y aunque a las aves les dio,
Con otras cosas que inoro,
Esos piquitos como oro
Y un plumaje como tabla
Le dio al hombre más tesoro
Al darle una lengua que habla.

372
Y dende que dio a las fieras
Esa juria tan inmensa,
Que no hay poder que las venza
Ni nada que las asombre,
¿Qué menos le daría al hombre
Que el valor pa su defensa?

373
Pero tantos bienes juntos
Al darle, malicio yo
Que en sus adentros pensó
Que el hombre los precisaba
Que los bienes igualaba
Con las penas que le dio.

374
Y yo empujao por las mías
Quiero salir de este infierno:
Ya no soy pichón muy tierno
Y sé manejar la lanza,
Y hasta los indios no alcanza
La facultá de Gobierno

375
Yo sé que allá los caciques
Amparan a los cristianos,
Y que los tratan de
Cuando se van por su gusto.
¡A qué andar pasando sustos...!
Alcemos el poncho y vamos.

376
En la cruzada hay peligros,
Pero ni aun esto me aterra:
Yo ruedo sobre la tierra
Arrastrao por mi destino;
Y si erramos el camino...
No es el primero que lo erra.

377
Si hemos de salvar o no,
de esto naides nos responde;
Derecho ande el sol se esconde
Tierra adentro hay que tirar;
Algún día hemos de llegar...
Después sabremos a dónde.

378
No hemos de perder el rumbo:
Los dos somos güena yunta.
El que es gaucho ve ande apunta
Aunque inora ande se encuentra;
Pa el lao en que el sol se dentra
Dueblan los pastos la punta.

379
De hambre no pereceremos,
Pues, sigún otros me han dicho,
En los campos se hallan bichos
De los que uno necesita...
Gamas, matacos, mulitas
Avestruces y quirquinchos.

380
Cuando se anda en el desierto
Se come uno hasta las colas;
Lo han cruzao mujeres solas
Llegando al fin con salú,
Y ha de ser gaucho el ñandú
Que se escape de mis bolas.

381
Tampoco a la sé le temo;
Yo la aguanto muy contento;
Busco agua olfatiando el viento
Y, dende que no soy manco,
Ande hay duraznillo blanco
Cavo, y la saco al momento.

382
Allá habrá siguridá
Ya que aquí no la tenemos;
Menos males pasaremos
Y ha de haber grande alegría
El día que nos descolguemos
En alguna toldería.

383
Fabricaremos un toldo,
Como lo hacen tantos otros,
Con unos cueros de potro,
Que sea sala y sea cocina.
¡Tal vez no falte una china
Que se apiade de nosotros!

384
Allá no hay que trabajar,
Vive uno como un señor;
De cuando en cuando un malón,
Y si de él sale con vida,
Lo pasa echao panza arriba
Mirando dar güelta el sol.

385
Y ya que a juerza de golpes
La suerte nos dejó aflús
Puede que allá veamos luz
Y se acaben nuestras penas:
Todas las tierras son güenas;
Vamonós, amigo Cruz.

386
El que maneja las bolas,
El que sabe echar un pial
Y sentársele a un bagual
Sin miedo de que lo baje,
Entre los mesmos salvajes
No puede pasarlo mal.

387
El amor como la guerra
Lo hace el criollo con canciones;
A más de eso en los malones
Podemos aviarnos de algo;
En fin amigo, yo salgo
De estas pelegrinaciones.

388
En este punto el cantor
Buscó un porrón pa consuelo,
Echó un trago como un cielo,
Dando fin a su argumento;
Y de un golpe el instrumento
Lo hizo astillas contra el suelo.

389
Ruempo, dijo, la guitarra,
Pa no volverme a tentar;
Ninguno la ha de tocar,
Por siguro tengaló;
Pues naides ha de cantar
Cuando este gaucho cantó.

390
Y daré fin a mis coplas
Con aire de relación;
Nunca falta un preguntón
Más curioso que mujer,
Y tal vez quiera saber
Como jué la conclusión.

391
Cruz y Fierro de una estancia
Una tropilla se arriaron;
Por delante se la echaron
Como criollos entendidos,
Y pronto sin ser sentidos
Por la frontera cruzaron.

392
Y cuando la habían pasao,
Una madrugada clara
Le dijo Cruz que mirara
Las últimas poblaciones,
Y a Fierro dos lagrimones
Le rodaron por la cara.

393
Y siguiendo el fiel del rumbo
Se entraron en el desierto,
No sé si los habrán muerto
En alguna correría,
Pero espero que algún día
Sabré de ellos algo cierto.

394
Y ya con estas noticias
Mi relación acabé;
Por ser ciertas las conté,
Todas la desgracias dichas:
Es un telar de desdichas
Cada gaucho que usté ve.

395
Pero ponga su esperanza
En el dios que lo formó;
Y aquí me despido yo
Que he relatao a mi modo
Males que conocen todos,
Pero que naides contó.

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